El arte ha transitado en muchas ocasiones de la mano del autodidactismo, desde la antigüedad hasta nuestros días, pero la falta de formación académica no ha hecho menos maravilloso el resultado de creadores empíricos, quienes con talento innato asombran a todos.
Tal es el caso de Dainer Martínez Romero, joven de 27 años, oriundo del rural barrio de El Laurel de Sabanilla, en Baracoa.
Lo descubro por casualidad, sentado con unos amigos, conversando, mientras todos contemplan asombrados una de sus creaciones: una imitación en madera de un auto, extraordinariamente similar, con ventanas, asientos, ruedas, guardafangos, luces que encienden, puertas que abren… en fin, una pieza digna de coleccionista.
Con la timidez típica de muchas personas de campo, accede a conversar sobre su historia.
“Desde muy joven me dedico a la marquetería y artesanía, siempre me gustó trabajar la madera: en mi taller, cerca de mi casa, confecciono cajitas, cofres, y otros artículos”, cuenta.
Pero es la atracción por los vehículos, sobre todo los clásicos y los camiones, lo que un día se mezcla con su habilidad como artesano y hace que, unos diez años atrás, confeccione su primer carro de madera.
“Fue una máquina americana, me encantan esos; la hice con recortes que se desechan en el taller donde laboro, con eso hago todos mis trabajos, además uso placas de rayos X para las ventanas, bombillos led muy pequeñitos, baterías y otros materiales, como pedazos de metal que utilizo para que el resultado sea lo más parecido posible al original”, explica.
Dainer no estudió en las escuelas de arte y tampoco hay artistas en su familia; dice que desconoce el origen de su habilidad, que simplemente le gusta mucho trabajar la madera y hacer pequeñas creaciones en su tiempo libre.
Lo más curioso es que no utiliza un dibujo para guiarse, ni una foto, sino su buena memoria, que le permite recordar detalles muy precisos de los automóviles que ve en la calle y le atraen.
“Cuando me siento inspirado y tengo mucho tiempo libre puedo construir un carro de madera en unos cuatro o cinco días, dedicándome por entero a eso; en otras circunstancias demoro mucho más, porque me gusta prestar atención a los pequeños detalles, para que el resultado final sea una copia fiel.
“Casi todos los que he hecho los colecciono, aunque he regalado algunos, y que yo recuerde, desde que comenzó mi pasión por esta labor ya he fabricado tres camiones (de los que se usan para transportar personas) y ocho máquinas americanas”, comenta.
Pero la artesanía no es el único talento de Dainer, también dibuja a lápiz de forma autodidacta, “lo hago por inspiración, cuando me siento motivado agarro papel y lápiz y empiezo a trazar lo que me viene a la mente”, dice.
Su talento es popular en la zona y ya se ha vuelto costumbre complacer a vecinos y conocidos que recurren a él con algún pedido especial, principalmente los más jóvenes, en busca de un hermoso dibujo, para “darle un empujoncito al amor”.